Busan, Corea del Sur
“Weininger
denuncia en el viaje la tentación de la irresponsabilidad; quien viaja es
espectador, no está implicado a fondo en la realidad que atraviesa, no es
culpable de las fealdades, las infamias y las tragedias del país en el que se
adentra.
(…)
También
cuando viaje en el mundo, el viajero mantiene tal tendencia a abrocharse bien
el abrigo y subirse la solapa, cual si interpusiera una defensa entre él y las
cosas”.
Claudio
Magris, El infinito viajar.
Sí tenía el abrigo bien cerrado:
una campera roja que la compañía nos da para sacar las fotos en los puertos
fríos. Después de caminar durante horas bajo la lluvia poco constante de Busan,
entramos a un supermercado.
Las calles que se alejan de las
principales, las más locales, por las que no caminan turistas, esas son las
mejores. Son las reales. Así encontramos, en medio de una vereda, una fuente
con la estatua de un buda. En el agua, ofrendas. Alegrías como esas que no vienen con los turistas. Allí, en cambio, se encuentran super edificios y
personas que parecen salidas de un manga.
Así que allí estaba yo, con mis
manos en el bolsillo, el pelo inflado por la humedad y mi abrigo rojo bien
prendido. Esperaba a Carlito, mi amgo de las Filipinas, bajo el techo del
supermercado. Estaba rodeada de personas que se veían todas iguales bajo la
velocidad que obliga la lluvia. Ellas no se molestaban en mirarme y yo no le
prestaba atención a las diferencias entre uno y otro.
Pero a él lo vi.
Tenía el abrigo tan cerrado como
yo, estaba perdiendo el pelo rubio y arrugaba sus ojos por la lluvia. No sé por
qué levantó la vista, pero su cara blanca se encontró con mi cara blanca. En
ese mar de pieles amarillas, él me sonrió, sacó su mano del bolsillo y saludó
con una sonrisa. Algo en mi corazón - digamos que se llenó de humedad y se infló. Devolví el gesto con la misma
intensidad en la sonrisa.
No sé. Nada. No lo conozco. No sé quién ese hombre blanco
es ni qué está haciendo en Corea del Sur. Si es turista, entonces ¿por qué está
caminando por esa calle? ¿Se perdió? De ser así, ¿Por qué no pidió indicaciones?
¿De dónde será? ¿Vivirá en Corea del Sur? Iría o volvería a su casa, por eso
caminaba con tanta determinación. ¿Cómo se llama?
Como ya escribí: no sé. Ideas
tengo muchas. Y una cosa sí tengo clara: encontrar a una persona blanca, aunque
sólo fuera a la pasada veloz de un día bajo la lluvia, hizo que del otro lado
del mundo, no me sintiera sola.
(Weininger, Otto, fue un filósofo
austríaco. Tuve que googlearlo para este post porque se me caían los dedos de
la vergüenza de citar algo sobre una persona que no conozco)