jueves, 17 de marzo de 2011

Doha

Mi amiga Heather vive en Doha.

Nos conocimos en Estados Unidos cuando fui de intercambio. Las dos cursábamos el último año de secundaria. Ella tomaba créditos extras de español y estaba en el top 10; yo vagaba entre mis clases de artes plásticas y teatro.

Ahora Heather es profesora de español, portugués e inglés para lenguas extranjeras. Y haciendo alarde de ese último título juntó algunas cosas en una valija y se fue a medio oriente a enseñar inglés. Sube fotos totalmente extrañas (para mí) sobre niños que se van de excursión al medio de una duna y de quiosquitos de hojas de palmera en medio del desierto.

Mi amiga Heather está en Doha. Yo también. Pero no la puedo ver porque estoy en tránsito. No puedo comprar una visa para entrar a Qatar a menos que tenga una reserva en algún hotel de cuatro o cinco estrellas (o más), cosa que no tengo.

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En Doha me lavé los dientes. Con agua de la canilla. Actitud totalmente mecánica y estúpida.

Esta es, por cierto, la primera vez que salgo de América. Me parece un buen cambio: ya que voy a salir de América, ir a un lugar donde lo normal es que las mujeres se tapen la cabeza, donde Babel se desenvuelve ante mis ojos. Tengo a dos hombres rubios sentados a un lado y a una argentina (nueva amiga) del otro, por lo que no me siento un bicho raro. Una pena.

martes, 15 de marzo de 2011

Proverbio chino

Mi hermano me mandó el siguiente proverbio chino:

"Dime y me olvidaré. Muéstrame y puede que recuerde. Involucrame y entenderé".

Le pareció una buena frase para comenzar el viaje. A mí también.

viernes, 11 de marzo de 2011

De despedidas

Esteban Schroeder* me dijo que el trabajo de director [de cine] es un trabajo solitario: al final de un día de trabajo el director queda solo con su historia. Tuve la oportunidad de comprobar que era verdad cuando después de dos días de rodaje el equipo se fue en una dirección diferente a la mía. Volví a mi casa sola, con una bolsa de basura llena de vestuario colgando en mi espalda cual vieja de la bolsa.

Esta noche la sensación no fue tan diferente. No creí que no los volvía a ver hasta que Lucía me lo dijo. Fuerte y claro. Incluso en ese momento se sintió como un chiste. Las personas justas. Manuel me recomendaba qué hacer y qué no una vez que llegara al lejano oriente, Mariana mantenía mi vaso lleno de cerveza.

Cuando las personas son las indicadas, entonces los silencios no son incómodos. Los temas de conversación surgen de la nada, aunque sea sobre las tangas de ositos yummis. Ivana hacía pizas, Florencia decoró el postre y Rocío trajo las trufas.

Pero cuando todos se van, entonces las palabras de Schroeder quedan. Y no es sólo el trabajo de director el que te arroja a la soledad. Hay algo en la mente exigente que siempre te mantiene de lado, latente. Pronto para escapar. Ante el más mínimo atisbo de ¿atadura? Tal vez.

Huir de lo conocido para conocer lo desconocido. Eso anhelo. Hasta que deje de conocer lo que tengo al alcance de la mano.

Grandes charlas, cerveza fría y la mejor compañía. Es todo lo que se necesita para la mejor despedida. Yo estoy acostumbrada a las despedidas inacabables que duran semanas. Le sucedió a mis dos hermanos y a varios amigos. Sin embargo, cuando llega mi turno descubro que organizar mis fiestas es molesto. También resulta extraño que mi profesión sea cubrir cada detalle de la producción, planificar que nada pueda salir mal, pero en mi vida privada no es así. Mis amigos me conocen; cuando digo "a las once", llegan una hora después y la que se disculpa por hacerlos esperar soy yo. A veces me pregunto si mi desorden será inmadurez. La verdad es que me gusta ser ¿espontanea? Y a ellos no les molesta.




*Esteban Schroeder es director de cine uruguayo. Y fue mi profesor.

martes, 1 de marzo de 2011

Hacia Asia

Después del impacto inicial todo siguió su cauce. Me encanta mi destino.

Asia.

Me voy a las antípodas uruguayas. No sólo cambio de idioma ni de profesión, también cambio de cultura. De Occidente a Oriente. A romper la brecha que ha estado abierta durante siglos y siglos. Incluso más antigua que La Iliada (donde Turquía le disputaba una reina a Grecia). “¿Por qué Grecia (es decir, Europa) está en guerra con Persia (es decir, Asia), por qué estos dos mundos –Occidente (Europa) y Oriente (Asia)– luchan uno contra el otro, haciéndolo además a vida y muerte? ¿Siempre ha sido así? ¿Así será siempre?". (Ref. a pie de página).

La verdad es que sé muy poco de Oriente, porque toda la Historia Universal que estudié, en realidad es historia occidental, y con toda la Literatura Universal pasa lo mismo. Así que sabía la existencia de la Cochinchina porque fue colonia francesa, que ahora se llama Vietnam lo sé porque Estados Unidos la peleó contra la URSS durante la Guerra fría. De Malasia llegan los zapatos y en Japón se tiraron las dos bombas atómicas. De Sincapore, en cambio, no tenía registro. De Literatura, lo más oriental que he leído son algunos cuentos de Las mil y una noches, una novela de Oé (Un asunto personal) a la que no le presté la debida atención. Lo más oriental que he tenido son dos amigos: uno chino, del que nunca pude pronunciar el nombre, y otro uruguayo que se fue de intercambio a Japón.

Jamás asumí a Asia como posible destino. No en esta oportunidad ni en ninguna otra indagación fantasiosa por google maps. Tal vez fuera porque no conocía nada de la cultura, o tal vez no conocía nada de esa cultura porque no me interesaba el destino. De a poco se fue ganando mi corazón. Aún queda territorio a ser conquistado, pero de nunca interesarme los palitos chinos (ni el sushi) a querer sacarle fotos a los arrozales, hay un gran paso.

Cuando le dije a mi amigo Gastón a dónde me iba me pidió que tuviera cuidado: “mirá que ahí se termina el mundo. Cualquier cosa, cuando veas la catarata gigante bajate antes”. Y mi amiga Florencia, al ver el mapa con marcas en los puertos que tendría que tocar, se sorprendió: “el mapa está mal, Rusia va del otro lado (…) Cómo admiro a Colón”.


Referencia cita: KAPUSCINSKI, Ryszard. Viajes con Heródoto. Anagrama, Barcelona, 2007. Pág. 93. Traducción de Agata Orzeszek.