viernes, 11 de marzo de 2011

De despedidas

Esteban Schroeder* me dijo que el trabajo de director [de cine] es un trabajo solitario: al final de un día de trabajo el director queda solo con su historia. Tuve la oportunidad de comprobar que era verdad cuando después de dos días de rodaje el equipo se fue en una dirección diferente a la mía. Volví a mi casa sola, con una bolsa de basura llena de vestuario colgando en mi espalda cual vieja de la bolsa.

Esta noche la sensación no fue tan diferente. No creí que no los volvía a ver hasta que Lucía me lo dijo. Fuerte y claro. Incluso en ese momento se sintió como un chiste. Las personas justas. Manuel me recomendaba qué hacer y qué no una vez que llegara al lejano oriente, Mariana mantenía mi vaso lleno de cerveza.

Cuando las personas son las indicadas, entonces los silencios no son incómodos. Los temas de conversación surgen de la nada, aunque sea sobre las tangas de ositos yummis. Ivana hacía pizas, Florencia decoró el postre y Rocío trajo las trufas.

Pero cuando todos se van, entonces las palabras de Schroeder quedan. Y no es sólo el trabajo de director el que te arroja a la soledad. Hay algo en la mente exigente que siempre te mantiene de lado, latente. Pronto para escapar. Ante el más mínimo atisbo de ¿atadura? Tal vez.

Huir de lo conocido para conocer lo desconocido. Eso anhelo. Hasta que deje de conocer lo que tengo al alcance de la mano.

Grandes charlas, cerveza fría y la mejor compañía. Es todo lo que se necesita para la mejor despedida. Yo estoy acostumbrada a las despedidas inacabables que duran semanas. Le sucedió a mis dos hermanos y a varios amigos. Sin embargo, cuando llega mi turno descubro que organizar mis fiestas es molesto. También resulta extraño que mi profesión sea cubrir cada detalle de la producción, planificar que nada pueda salir mal, pero en mi vida privada no es así. Mis amigos me conocen; cuando digo "a las once", llegan una hora después y la que se disculpa por hacerlos esperar soy yo. A veces me pregunto si mi desorden será inmadurez. La verdad es que me gusta ser ¿espontanea? Y a ellos no les molesta.




*Esteban Schroeder es director de cine uruguayo. Y fue mi profesor.

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