Me preguntó a dónde iba después de Bélgica y le conté todo mi itinerario. "¿Conocés a alguien en Roma?", preguntó. No, voy sola. "¿No te parece triste viajar sola?"
Triste me parece gastar todo mi dinero en lo que otras personas quieren hacer.
La historia de mi vida ha sido la misma: cada vez que salgo con amigos termino yéndome sola, aunque sea por un rato. De esta forma, así, viajando por mi cuenta, me ahorro el incómodo momento en el que digo: me voy al museo/ librería/ café. Suelo sentirme realmente sola cuando eso sucede.
Llego al hostal en Roma y me encuentro con una argentina que ya recorrió el norte de Europa y ahora va por el sur. "Viajar sola me hace bien. Me cuesta cuando hace frío. Y cuando tengo que esperar los trenes de noche", me dijo. Me cayó bien.