Esa leve sensación terrorífica que Norman Bates sabe incrementar surgió hace un par de noches, cuando un compañero de trabajo me dijo que lo llamaron y se embarca mañana. Mañana.
Mañana.
Creo que nunca fui tan consciente de lo que esto incluye. De que me esté por ir. Nunca me senté a calcular conmigo misma, porque, bueno no tiendo a ser calculadora, no tengo disciplina y los detalles escapan a mi vista miope. Estaba tan desesperada por soltar amarras que no pensé en volver realidad la metáfora.
Recorrer el mundo suena emocionante. Todas las fotos que quiero sacarme en lugares que he visto durante toda mi vida en libros y películas. Todos los lugares en los que me gustaría trabajar. Sin embargo, hay un sólo lugar a donde quiero volver: a casa. Y fue justo después de leer el email de este compañero que se embarca MA-ÑA-NA cuando calculé la distancia exacta de dónde esa casa está, de quienes la componen. Uno de esos componentes dejó de cumplir años hace 46 minutos.
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