sábado, 18 de agosto de 2012

Creo en las hadas



Lake District, Inglaterra

Llegué a Inglaterra para visitar a un ex novio. Esta va a ser la única vez en todo el texto que lo nombre: él me pidió (y me insistió, el bastardo) que lo fuera a visitar en mis vacaciones a York. Así que compré pasajes de ida a Leeds – Bradford, un ticket de ida en autobús a York y vagué por las calles de la ciudad con más fantasmas de Europa durante tres horas hasta que el susodicho salió de clase y me fue a buscar a la Catedral, frente a la estatua de Constantino, como habíamos quedado.

Listo, de ahora en más sólo hablar de cosas que valen la pena.

Al nacer, crecer y criarme en un país que tiene mucho pasto y vacas, las hadas, trolls y dragones son cuestiones de cuentos de hadas. Y nada más. ¿Dónde van a vivir las hadas? ¿entre las vacas, las ovejas, en el suelo pedregoso del norte o entre los pastores eléctricos del sur? Por supuesto que no existen, nada más están en Peter Pan. Con los trolls más o menos lo mismo. Nunca me asustó cruzar un puente (como esa persona que no voy a volver a nombrar) porque no había criaturas extrañas viviendo allí (las criaturas extrañas que viven bajo el puente Sarmiento tienen nombre y apellido, aunque no lo recuerden). Y los dragones son demasiado grandes para vivir en un país tan pequeño como Uruguay.

Esas cosas eran cuestiones de cuentos de hadas.

Hasta que llegué al norte de Inglaterra.

Era otoño y todo alrededor era verde. Un verde húmedo que crecía hasta en las piedras, en los troncos de los árboles, hasta al costado de la ruta. En ese costado de la ruta también había montañas de sal que son para las heladas del invierno: el auto resbala con la ruta helada y para que eso no suceda (y uno termine entre las ovejas o en un barranco), uno para el auto, dispersa sal en la ruta, vuelve al auto y marcha tranquilo.

Es el ábitat natural de las hadas. Caminar por los caminos del Lake district es como esperar que un bichito con alas (y con el vestido de Campanita) nos sorprenda detrás de un árbol o una piedra. Cada objeto en el paisaje parece colocado para una escenografía. Eso me parece a mí, después de crecer en un país natural, al menos; en el norte de Inglaterra viven más seres vivos que ovejas y seres humanos.



Y entendí por qué cruzar un puente puede llegar a dar miedo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario