sábado, 7 de julio de 2012

De relaciones

Todos culpan a los barcos. Es imposible que una relación funcione en un barco. Es imposible que dos personas se sean fieles en dos meses de vacaciones sin verse. Amor de lejos, felices los cuatro. Y las excusas fluyen: es que estoy mucho tiempo lejos de casa, es que cuando estoy en casa no estoy siempre con ella, es que nada más pasó. Etc.

Uno no deja de ser uno mismo por trabajar lejos de casa. Por compartir habitación, no tener que cocinar ni tomar un bus para ir a trabajar. El carácter se intensifica, así que todos aquellos que se inventan una vida, son mentirosos y todos aquellos que engañan porque están lejos, son infieles.

Pero entre todas estas historias donde las dos partes terminan llorando, una lastimada, la otra por vergüenza, también se encuentran otras, en las que la paciencia y la voluntad sacan sonrisas. Como L y C, que lo único que tenían en común era el idioma inglés. Él de Nueva Zelanda y ella de Sudáfrica.

Considero que hay cosas que no son para cobardes. L y C son cualquier cosa menos almas débiles.

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