lunes, 10 de noviembre de 2014

Mucho más

Fueron 4 años.

Con ese sentimiento de que sólo debía estirar el brazo para tener el mundo en mis manos, cuando di un paso más para alejarme de lo conocido, de mi mundo seguro. Cuatro años atrás deseaba rutas nuevas, caras distintas, sabores que nunca había imaginado.

El sueño se hizo realidad. Surqué más de siete mares, toqué la tierra de Sandokan, del pirata Morgan y llegué a las antípodas de mi país. Superé mi disgusto por comer frutos del mar, tomé mi primer coco en el continente asiático, tiré bolas de nieve en pleno verano en el polo norte y formé amistad con personas de todas partes del planeta.

Y será que como en todos los barcos siempre hubo un portugués, yo conseguí el mío.

Pero, como todas las etapas, esta también debe cerrarse. Hace unos días mis amigas me preguntaron cuál fue el lugar qué más me gustó el el mundo entero y lo primero que se me vino a la mente fue: mi cama y mi almohada. Pero como pensé que necesitaban el nombre de una ciudad, les dije: Colonia del Sacramento. Mi hogar.

Terminé una ruta acuática. Terminé con una etapa que me llevó por el mundo: de arriba a abajo y de un costado al otro (si mi profesor de geografía lee esto ¡me mata!). Pero sin dudas que no he terminado de viajar, de quemar kilómetros, de conocer gente.

En estos cuatro años hice mucho ¡pero aún queda mucho más!

Selfi en Senegal con niños de una villa.

Tomando cerveza Baltika frente a la Iglesia del Salvador sobre la Sangre Derramada,
en San Petersburgo.

En Napoli, en el lugar donde se inventó la pizza Margarita.

Tirando la moneda en la Fontana di Trevi, en Roma, Italia.

Crew Bar con mis amigos Julio, Tamy y Lucas

Ciudad del Cabo con la Table Mountain de fondo.

Con Jon, mi mejor amigo, en San Petersburgo.

Dos luchadores de pura cepa. Ricardo con buena compañía en Hong Kong.

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