miércoles, 7 de noviembre de 2012

Diez días


Noviembre 7. Tendría que estar en casa. En lo posible, tomando sol en el jardín de la casa de mis padres, tratando de sacarme a las perras de encima y esperando a que alguien llegue con el mate. Durmiendo hasta tarde, quedándome despierta hasta tarde. Poniéndome al día con películas y series de televisión. Perdiendo el tiempo en facebook. Yendo a la playa con mi hermana y leyendo el diario con mi papá.

Sin embargo, sigo en el barco. Ayer me puse un vestido español y hoy compré oporto en Lisboa. En mi cama de arriba. Despidiendo amigos. Cada vez más cansada. Sin ganas de conocer gente nueva ni de soportar a estas personas. Especialmente a los nuevos americanos, recién llegados, que aseguran que la esclavitud no se ha abolido; que van y lloran porque los tripulantes trabajan 12 horas por días pero luego les gritan porque el café no está a su gusto.

Diez días. Entonces, puedo hacer lo que dice el primer párrafo. A eso le sumo tomar café con mamá y salir a dar vueltas con mi hermano. Olvidarme del despertador, perder el reloj.

Pero (porque toda historia tiene sus peros) en veinte días ya voy a volver a querer lo que dice el segundo párrafo. Sólo que sí voy a tener energía para hacer nuevos amigos, salir todas las noches, probar nuevas cervezas y conocer nuevos lugares.




Feliz cumpleaños a mis tíos.

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